13 DE NOVIEMBRE DE 2002. S.O.S. tantas buenas almas luchaban por contener el desastre de forma frenética, extenuadas y rabiosas porque aquello ocurría otra vez y ahora tocaba en casa. Sólo pensar en la justicia insuflaba un pequeño empuje a esas personas que se encontraban en medio de la oscuridad y dentro de la vorágine de tristeza y destrucción proveniente de la nave rota. Las olas negras de crudo que asfixiaban a la naturaleza en todas sus formas iban también cargadas de injusticia y una avaricia ilimitada.
En aquella lucha campal una de esas almas indignadas suplicaba: - ¡Oh gran diosa Temis! descarga con todas tus inmortales fuerzas la afilada espada de la justicia sobre todos los culpables de esta desgracia que nos azota y que posa tantas nubes negras a su paso.
Aún no se sabe si la diosa escuchó aquella oración ¿o sí lo hizo?
Tripitaka