—Sigue mis huellas, Pol sigue mis huellas.
Y yo las seguí, porque haría todo lo ella me pidiera.
—Vennnn correé, la ves, se está muriendo.
Fuiii, corrííí y cuando llegue sus manos nerviosas señalaba una enorme estrella varada en la arena.
—Cógela, pobre, se muereee.
Y la cogí y la lancé al mar con todas mis fuerzas.
Ella se apoyó en mi brazo.
Sus ojos hechos de sueños me miraron.
—La hemos salvado.
Y me dio un suave y casto beso en la mejilla. Mi alma reventó.
La habíamos salvo y yo seguía preso.
—Siguemeee mis huellas- volvió a gritarme cantarina.
Y la seguí.
Dorada